viernes, 5 de agosto de 2016

Los primeros días de clase

Mucha gente califica los primeros días de universidad como horrorosos. Yo no diría tanto. Para mi los primeros días fueron confusos y excitantes al mismo tiempo.

El cambio fue muy grande. Pasé de estar con mis amigos y mismos compañeros durante los últimos 6 años, a no conocer a nadie en clase. Sabes que la mayor parte de los que ves en el pasillo están como tú, pero te sientes "Solo ante el peligro".

Al entrar en clase por fin, lo primero que vi, es que los sitios eran de dos, tres o cuatro personas. Por lo que en principio compañero tendrás. Escogí un sitio al azar, en el centro de la clase. Y entablé conversación con los que decidieron sentarse en la misma fila y columna que yo. No eran grandes conversaciones. Se basaban en decir como nos llamábamos, de donde eramos y si navales había sido nuestra primera opción.

En un cambio de clase, unas chicas se acercaron. Esto para mi fue importante, porque eramos muy pocas en clase. Ese se convirtió en mi grupo principal de amistades (sin descuidar al resto de la clase), pero creamos un núcleo compacto, para ayudarnos principalmente, y luego convertirnos en amigas.

Al cabo de un tiempo, me "quitaron" el sitio. Digo quitaron porque llevaba unos 10 días sentándome en el mismo sitio. Y no me enfado porque me quitaran el sitio, si no porque no había interaccionado más que con aquellas chicas y los que tenia al lado. Así que tuve que elegir un sitio que estuviera vacío, yo no le iba a quitar el sitio a nadie. Pues me senté con un chico que estaba solo en un lateral de la clase. A día de hoy es mi mejor amigo.

Con el tiempo, conoces a todo el mundo, y pierdes la vergüenza. Hablas con la clase de al lado en los laboratorios. En mi caso personal soy tímida, y tuve la suerte de que por lo general, mis amigas son más extrovertidas que yo, por lo que cuando iba con ellas acababa hablando con todo el mundo. Además por lo general me encontré con gente bastante amigable, quizás tuve suerte, pero creo que entre tanta gente tiene que haber mucha extrovertida.

ANÉCDOTA: El primer día, daba la casualidad que tenía que quedarme a comer en la escuela. Una chica al verme fuera esperando, llegó y me dijo: ¿te quedas?, le contesté que sí. Comimos juntas y no me dejó meter baza en su conversación. A día de hoy es de mi grupo más cercano de amigas.


miércoles, 27 de julio de 2016

¡No tengo apoyos!

Una de las cosas que más me preocupaba cuando era más joven y se acercaba selectividad y el momento de decidir que hacer con mi futuro, era elegir y equivocarme. Me explico. 

Yo toda la vida he sido una chica de ciencias, por lo que nadie se sorprendió cuando elegí el bachillerato científico. El problema vino cuando los profesores, padres y amigos empiezan a avasallarte a preguntas sobre que vas a hacer cuando hagas selectividad. Y claro, yo tenía la idea de la ingeniería naval rondando por la cabeza pero no lo tenía claro, tenía muchas dudas. Así que cuando preguntaban, les decía que no sabía o que quizás cursara una ingeniería. En cuanto esa palabra, INGENIERÍA, salió de mi boca, me gané los primeros "enemigos", mis PROFESORES.

A parte de los típicos profesores que quieren que estudies lo que ellos que ya te los ves venir, estaban los profesores que me decían que la enfermería era mi sino. Me decían que me preocupaba por la gente y que con lo trabajadora que era seguro que entraba en enfermería o incluso en medicina. Dejaremos por hoy el hecho de que me quisieran incluir en una carrera históricamente femenina o que dudaran de mi capacidad para entrar en medicina, y hablaré de mi "innata" preocupación por los demás. No es que viva sin vivir en mi, como decía aquella santa, es que no soy un robot sin sentimientos. Siento mucho que alguien esté enfermo de verdad, pero es que yo para esas cosas no valgo. Porque me da mucho palo el sufrimiento ajeno, y si se muere pues aun más. Yo de enfermera no me veía y de médico tampoco. Y esto que os cuento, se lo hice saber a los diversos profesores que me querían encasquetar el uniforme de enfermera. Algunos de ellos en consecuencia me dijeron que la ingeniería no era algo que me fuera a ir bien, porque era muy blanda (esto es literal) y la ingeniería era dura, y aunque trabajara mucho a veces era más entenderlo que trabajar mucho (con lo que parecía que me estuvieran llamando cortita o algo). Estas opiniones fueron compartidas por un sector muy poco importante de mi familia (pero ahí estaban dando el coñazo) y por algunos compañeros de instituto (que oye su opinión tenían que dejar).

Todo esto con mis profesores derivó en que en una reunión le dijeran a mi madre sobre mis intenciones de estudiar una ingeniería en vez de tirar por la rama de la salud. Mi madre me contó lo que le habían contado y me preguntó si lo que de verdad quería era estudiar una ingeniería. Después de hablar con ella, me dijo que si quería ser ingeniera que no había más que hablar. 

Mentiría si dijese que eso fueron todos los profesores, porque hubo dos: Ana y Rafa, mis profesores de lengua y química me animaron siempre a escoger lo que quisiera y a no hacer caso a nadie que me dijera lo contrario.

Y llegó el momento. Selectividad pasada y notas dadas. Hay que hacer la prematricula, a ver en que carrera te cogen. Hay que colocarlas por orden de preferencia. Y entré en ingeniería naval.

Con el tiempo descubrí que a mis padres, gracia no les hacia lo de la ingeniería pero me apoyaron y se guardaron sus reservas. Algo que agradezco infinito. Aunque durante el primer semestre me preguntaron hasta la saciedad si me gustaba. Y la verdad es que a pesar de todas las dudas, me encanta mi carrera. 

Así que si hay alguien en una situación parecida, con dudas o sin ellas pero con gente decidiendo sobre su futuro, sinceramente le digo que sea quien sea, le ignore y se centre en si mismo. Porque meterse en algo que no te gusta por los demás es muy duro y se te va a hacer cuesta arriba.

Hey! Hola!

Holaaa!! 

Soy I.
Actualmente estudio ingeniería naval en Madrid.

Este blog existe desde el momento en el que me di cuenta de que a mis 20 años hay muchas cosas que me molestan dentro de mi vida que se reduce tristemente a la vida universitaria.